Que duro empezar una sexóloga un
post con este titular. Déjenme unas líneas y lo
entenderán. Todo parte de dos experiencias que he tenido estás semanas,
en donde mi libido se ha ido de paseo a causa de varios rechazos (llevo una
racha de conjuro de bruja mala :) )
Mi primera experiencia orgásmica
sin sexo fue provocada por la risa.
Hacía meses, qué digo meses…años, que no me reía a carcajadas como anoche. Es
difícil sacar una risa profunda, de esas que te encorvas y te salen las
lágrimas. Ya sé lo que están pensando: Risa =Orgasmo. Así de sencillo. Anoche
disfruté más que si hubiese tenido un buen revolcón.
Nada hacía presagiar que la
velada terminase con esa historia de amor. Íbamos de salida de chicas. Al
entrar, miré el panorama y sobre la marcha llegué a la conclusión: aquí no hay
nada que rascar. Bueno, pues a ponernos al día, pensé. Y surgió, así de
repente, con la excusa de llegar a la barra. Lo supe al momento: es él. Esa
persona que lleva la gracia en su ADN. Y no hablo del chiste fácil o payasada,
me refiero del ingenio de la palabra suelta, de la rapidez de una mente
inteligente, del enganche de situaciones que te ves cómplice. ¡Qué placer! No
nos separamos en toda la noche. Mientras iban pasando las horas me iba
sintiendo más ligera. La risa libera tensiones y angustias. ¡Cuánta falta me
hacía! Todavía estoy resacada de él. No creo que haya otro encuentro. Tampoco
lo pienso. La gente tiene la extraña manía de estirar las cosas.

Y colorín colorado esta historia
aún no ha terminado, porque la sexóloga aquí presente, seguirá escribiendo
sobre las maneras de sentir, experimentar, percibir la existencia sin X, o con
X, según nos depare el camino. Con-Sex.
No hay comentarios:
Publicar un comentario